ENTREVISTA SOBRE LA CRISIS DE 2001
El año 2001 dejó una marca difícil de olvidar en la historia argentina, ya que es en diciembre de ese mismo año cuando estalla una crisis económica, política y social, a raíz de la decisión gubernamental de restringir a la extracción de dinero en efectivo de plazos fijos, cuentas corrientes y cajas de ahorro denominada “Corralito”, provocando el descontento de la población.
Ese descontento se escuchará en los cacerolazos del pueblo, quienes saldrán a la calle, de forma autoconvocada y sin responder a un movimiento político concreto, a marchar en manifestaciones masivas, al grito de “¡Que se vayan todos!”, exigiendo la renuncia del gobierno de ese entonces, el cual estaba en manos de Fernando de la Rúa.
Esto resultaría en la renuncia de De La Rúa el 20 de diciembre de 2001, quien decide abandonar la Casa Rosada en helicóptero, dejando al país en situación de acefalía presidencial y completa incertidumbre.
Se trata de un periodo oscuro e inolvidable de la historia argentina, sobre todo para aquellos que lo vivieron en carne propia. Elsa Raquel López, de 52 años, es una de las personas que presenció el caos que caracterizó al año 2001, y quien amablemente accedió a contarme su experiencia al respecto; cómo fue que vivió la crisis y qué recuerda de ese periodo.
Nos encontramos en su casa, ubicada en el barrio La Carolina, y luego de comentarle mi interés sobre el tema, accede a compartirme su experiencia sobre qué fue lo que pasó en aquel año:
- ¿Cómo pasaste la crisis del 2001?
“El momento que pasamos en el 2001 fue terrible, ya que fueron momentos muy difíciles. Con mi familia, en ese entonces, vivíamos en un lugar llamado “Fondo Tortuguita”, en José C. Paz. Era un lugar donde vivía gente muy pobre, muy precaria, por lo que vivimos la crisis de una manera bastante fuerte.”
- ¿Cómo impactó la crisis en tu vida?
“En ese momento había perdido mis trabajos. Tenía un solo trabajo, y de eso tratábamos de sobrevivir. Recuerdo que, en el barrio, las diferentes familias habíamos armado un grupo para ayudarnos entre nosotros. El que trabajaba compraba el pan, otro compraba los cigarrillos, lo que se podía. Y de alguna manera, nos la rebuscábamos para comer.”
- ¿Qué recuerdos tenés de ese momento?
“Recuerdos hay buenos y hay malos. Los recuerdos buenos son aquel grupo que habíamos armado en el barrio, nos llevábamos bien y nos entendíamos entre sí. Lo malo es que nos las teníamos que rebuscar para comer. Quienes no salían a saquear, salían, por ejemplo, a buscar la comida que tiraban en locales como Mc Donalds, o iban a los mataderos a juntar los menudos. Y otros, como el padre de mis hijos y yo, que íbamos a pescar o a cazar palomas. Aquellas cosas eran las que nos ayudaban para las famosas ollas populares, la juntada de vecinos. Esas eran las maneras en las que buscábamos para comer.”
- ¿Cómo la pasabas en la olla popular?
“ Para mí, que vengo que de una familia trabajadora, de ganarse el pan cada día, era muy difícil. A veces era vergonzoso, otras veces era bueno porque otra no quedaba. A veces tenias que comer cosas que no te gustaban, como la milanesa de zapallo. Pero al final, era lo que había y lo que se podía hacer”.
- Anteriormente me habías comentado sobre un incidente, en el que un compañero cercano tuyo, quien era almacenero, fue asesinado para ser saqueado en ese momento. ¿Podrías contarme más al respecto?
“Sí, fue en pleno momento del saqueo. En ese momento, había que hacer vigilancia en las esquinas para que no entraran a saquear en las casas, porque justo nuestro barrio estaba en el límite del barrio Primavera. Algunas personas de ese barrio vinieron a saquear el almacén de esa persona que mencionaste, lo llamábamos “El Boli”. Lo mataron porque él no quería entregar su mercadería. Y eso impactó mucho en el barrio, causó un miedo colectivo. Es por eso que todas las noches se juntaban en las esquinas a hacer vigilancia, para que no pasara nada.
- ¿Tenés alguna otra experiencia similar?
“No, solamente de ver pasar los saqueos. Otra que conocimos fue conocer la mafia de una forma más “redonda”. Había un hombre que cuidaba los lugares donde están los llamados “Horneros”, que son los que hacen los ladrillos, lugar donde trabajaba el padre de mis hijos. A ese hombre había que pagarle una cierta cantidad de plata, y cuando no se le pagaba, arrasaba con todo. Un día, en el que el padre de mis hijos no fue a trabajar porque estaba descompuesto, mataron a todos los que trabajaban en el horno donde él trabajaba, porque le debían plata al hombre que cuidaba. Es decir que, por un lado estaba la crisis, el hambre, el gobierno que no se hacía cargo de la pobreza, y los que se aprovechaban de los pobres para darles protección. Hemos visto y hemos palpado todas esas partes mientras vivíamos en aquella zona.
- Por último, ¿qué conclusiones podés hacer sobre lo sucedido?
“Que siempre hay momentos buenos y malos. Aprendimos que tenemos que esforzarnos para salir adelante. Luchar, estudiar, ser alguien. El trabajo dignifica. Y la única manera de salir adelante es trabajando. La crisis fue terrible, sí, nos robó la dignidad, el orgullo. Como pueblo argentino, perdimos mucho. Hemos tenido que salir a comer a la calle, mucha gente salió a saquear, pero algunos, como nosotros, nos quedamos en nuestras casas y tratábamos de manejarnos de la mejor manera posible. Las cosas aumentaban todos los días, entonces tenías que saber administrar. Y eso es lo que hoy por hoy nos ayuda a saber cómo administrar cada centavo, cada peso que tenemos. Eso te ayuda a ver a futuro, cosa muy importante hoy en día. Para nuestro futuro, para la economía, para lo que queremos llegar a ser.”
El testimonio en las palabras de Elsa nos lleva a entender con más claridad el contexto de aquel año tan particular. Siempre es interesante escuchar la experiencia de aquellos que vivieron en carne propia lo que sucedió en el 2001, porque tal vez es lo que más nos facilita la comprensión del tema. En las palabras de Elsa puedo escuchar los cacerolazos, puedo visualizar los saqueos en los negocios y la pobreza presente en las calles, puedo sentir la angustia del pueblo.
Se trata de testimonios que llevan a la reflexión, pero sobre todo al recuerdo. La memoria es lo más importante para evitar pasar nuevamente por una crisis social, política y económica tan grande. Y en caso de que suceda, la unión del pueblo es primordial para hacerse escuchar ante injustas decisiones gubernamentales.
*Trabajo realizado por los alumnos/as: Marco Gonzalo, Ayelén Añsco y Ludmila Echeverria de 6.3 para TPL.
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