LA NOCHE OSCURA *por Belinda Mamani

Hace mucho tiempo en un país pequeño de Europa llamando Ríbano existía un duque que vivía en un castillo rodeado de un bosque de armetos que crecía hasta tocar las nubes. Era conocido como el duque de Marecio. Los pobladores de ese lugar sabían que algo raro pasaba en ese castillo.

 

Las caravanas que venían del pueblo vecino de Chicare, muchas veces se perdían en el bosque y nunca más volvían. Un día, una caravana que venía escapando de la fiebre del galote, que azotaba la gran parte de Europa, se perdió en la oscuridad del bosque. Sus antorchas, con las que iluminaban el camino, de repente comenzaron a apagarse, cómo si fuera que le faltara abipe, aquello que ardía lento y les duraba toda la noche. Una por una, las antorchas se fueron a apagando, así que finalmente quedaron en total oscuridad.

De repente, los gritos de terror inundaron el lugar. Un sujeto rígido erizaba la piel, y un ruido algo parecido al tronar de las rocas, o a madera quebrándose, aparecía de repente y luego de nuevo el silencio. Con los primeros rayos de sol llegando a la entrada del pueblo, el vigilante que estaba arriba del casoli de madera, divisó a una persona con sus ropas degradadas, manchadas de sangre, y sus piernas embarradas con piope, pidiendo ayuda con sus últimas fuerzas.

El guardia, atónito, toma su mosquete, que en ese momento estaba cargando con binoso y baja para socorrer al extraño. Un olor pestilente invadía el lugar. Caminó a socorrerlo, y a solo pocos metros del extraño, quedó estupefacto al ver una criatura de casi tres metros, de color negro, con abundantes pelos largos, y un par de alas rebatidas en su espalda. Todo el metasano del lugar, estuvo mirando siempre al guardia. Paralizado y con una voz rasposa le dice: “No me sigas, por qué tendrás el mismo destino que la otra persona” y finalmente, tomó vuelo hacía el castillo.    

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